Verano agridulce en los Andes peruanos

La Cordillera Blanca y el Huayhuash han vuelto a ser el escenario de una intensa temporada para Eneko e Iker Pou. Los alaveses regresan a casa después de semanas de actividad en altura, sumando nuevas rutas a su trayectoria y cerrando un viaje que, como ellos mismos reconocen, tuvo momentos de satisfacción y también de dificultad. Con esta expedición alcanzaron una cifra simbólica: 20 vías abiertas en la Cordillera Blanca, unos números que evidencian el enamoramiento que tienen a esta cordillera.

El desafío de “Karma de Cóndores”

Como broche final, los Pou decidieron enfrentarse a una de las rutas más prestigiosas de la Cordillera Blanca: “Karma de Cóndores”. Una línea de granito impecable que les recordó al legendario “Astroman” del valle de Yosemite, pero con un ingrediente extra: la altura de 4.000 metros y el frío constante de una cara sur siempre en sombra.

En apenas 13 horas de coche a coche, partiendo y regresando a Cochapampa, completaron sus 350 metros repartidos en 9 largos, encadenándola a vista. “Fue más dura de lo que imaginábamos, mantenida y exigente. Una vía excepcional, de esas que se quedan grabadas para siempre”, comentaban.

“Kuntur”: el vuelo de los cóndores

Semanas antes, los Pou habían firmado otra de sus grandes gestas: la apertura de “Kuntur” (Cóndor en quechua) en el macizo del Huayhuash. Durante la escalada, cuatro majestuosas aves andinas les acompañaron desde el cielo, convirtiendo la experiencia en algo casi místico.

La ruta, de 1.575 metros y con dificultades de 6c en roca, 70º en nieve y M5 en mixto, fue una verdadera odisea. Tres días de lucha en estilo alpino, vivacs incómodos a 5.000 metros y descensos interminables pusieron a prueba no solo su técnica, sino también su fortaleza mental. “Lo más duro no fue la escalada, sino sobreponernos a la tristeza de tantos amigos perdidos en las últimas semanas. Llegar a la cumbre de la ruta en el Jurau A fue liberador”, confesaron.

La sorpresa del Churup

Cuando pensaban que la ascensión al Nevado Churup (5.493 m) sería un simple trámite de aclimatación, la montaña les demostró lo contrario. En 17 horas non stop desde la laguna Churupita, descubrieron una cara suroeste mucho más compleja de lo esperado: roca rota, mixto exigente (M5+/V+/65º) y rápeles peligrosos.

Aunque no descartan la existencia de trazados previos, probablemente añadieron otra ruta nueva a su extenso legado en la Cordillera Blanca. “Fue elegante y comprometida, con un campo base de los más bonitos que hemos visto”, resumieron.

Entre la gloria y la tragedia

Pero la expedición no solo estuvo marcada por logros deportivos. Los Pou participaron activamente en el rescate del Artesonraju, donde, lamentablemente, se confirmaría la pérdida de tres jóvenes alpinistas. A esa tragedia se sumaron las muertes de otros compañeros en distintas montañas del mundo: nueve amigos en apenas un mes.

“Ha sido una expedición agridulce. Hemos alcanzado el sueño de las 20 aperturas en la Cordillera Blanca, pero la vida nos golpeó fuerte. La procesión va por dentro, aunque seguimos adelante”, confesaron con sinceridad.

La semilla del futuro

Fieles a su costumbre, tampoco dejaron de lado la escalada deportiva. Iker equipó “Vacaciones en Singapur”, que apunta a convertirse en la primera vía de noveno grado en Perú, en Hatun Machay. Eneko, por su parte, abrió cuatro nuevas líneas en Monterrey, cerca de Huaraz, pensadas para escaladores de iniciación y nivel medio. Una contribución que asegura el crecimiento de la comunidad local y la continuidad del legado que tanto valoran en el país andino.

 

Epílogo: pura vida en los Andes

La expedición de los Pou en Perú fue una mezcla de logros, dificultades y aprendizajes. Desde las alturas heladas del Huayhuash hasta el granito frío del Ishinca, pasando por vivacs solitarios, cóndores en vuelo y pérdidas que pesan, los hermanos demostraron una vez más que su manera de vivir la montaña combina deporte, compromiso y humanidad.

“Volvemos porque aquí nos sentimos queridos, porque cada ruta abierta es también un regalo a la comunidad. Y aunque duela, seguiremos ayudando en los rescates, porque devolver a un montañero a su familia es lo más valioso que se puede hacer”, recordaban con la voz cargada de emoción.