Hermanos Pou

ACTION DIRECT

La vía más dura del mundo





Frankenjura

Iker se adjudicó en el año 2000 la segunda repetición de Action Directe, después de la primera ascensión de Wolfgang Güllich en 1991 y la primera repetición de Alexander Adler en 1995. Fue un logro enorme, tanto para él como para la escalada deportiva de nuestro país. Para aquel entonces, solamente Bernabé Fernández había encadenado 9a en España con su Orujo de Archidona, e Iván Hernández, Dani Andrada y Rikar Otegui lo habían rozado en Sella, Siurana y Baltzola.

Para mí fue algo muy grande. Fue una vía muy especial por lo que significa, por lo histórica que es, y realmente es una de las mejores vías que he escalado nunca, por su explosividad, movimientos, es muy fanática, la roca es muy buena y el sitio donde está es maravilloso. Para mí marcó un hito histórico y la voy a recordar toda mi vida. Creo que es la vía que más me ha marcado.

Es una vía muy específica comparada con otras: es una vía de fuerza resistencia, específica de dedos, con dinámicos, de condiciones difíciles también; y hoy en día las vías de fuerza no se llevan. La fuerza siempre es mucho más difícil de ganar. Mucha gente puede ganar resistencia entrenando duro, pero en la fuerza se mezcla el entrenamiento con las cualidades naturales. Por eso creo que son más difíciles las vías de fuerza, como Hubble, que es prácticamente un búlder largo con cuerda y tiene muy pocas repeticiones. Action Directe, para todo lo que se prueba, tiene muy pocas repeticiones. Y yo no diría que es incómoda de probar: un sitio cómodo para acceder, está a la sombra…

Mucha gente que ha probado esta vía ha hecho otros novenos y aquí no se ha movido, y eso quiere decir algo. Estamos ante una vía de pasos realmente difíciles algunos de ellos. En otras vías de noveno igual juega mucho la continuidad y el desplome y luego lo que estás haciendo es 7B de búlder, mientras que en Action Directe tienes búlder de 8A.

EN DETALLE

En 1999,  Iker, siempre definido como una persona ambiciosa, inquieta y tenaz, decidió que su próximo gran objetivo sería enfrentarse a la vía más difícil del mundo en ese momento: «Action Directe» (9a). Ya la había probado brevemente durante dos días en el verano de 1998, quedando impactado por la belleza y la complejidad de sus movimientos. Aunque sabía que no estaba cerca de lograrla, tenía una fe ciega en sus posibilidades y estaba convencido de que, con el tiempo y el esfuerzo necesarios, podría conseguirlo.

En aquel entonces, la escalada en España apenas tenía una propuesta de 9a, la vía «Orujo» de Bernabé Fernández en Archidona, que aún estaba sin confirmar y sigue en ese estado hoy en día. Además, ningún escalador español había logrado encadenar un 9a en el extranjero. Por lo tanto, la decisión de Iker de enfrentarse a «Action Directe» era realmente arriesgada.

Esta obra maestra había sido equipada por Milan Sikora, compañero de Wolfgang Güllich en sus legendarias aventuras, como la apertura de «Eternal Flame» en la Torre del Trango. Wolfgang, considerado por muchos el mejor escalador del mundo en su época, finalmente completó la vía en 1991, después de haber logrado hitos como los primeros 8b, 8b+, 8c y 9a mundiales, y escaladas épicas en lugares remotos del planeta. Desafortunadamente, Güllich murió en un accidente de tráfico en 1992, convirtiéndose en una leyenda.

Cuando llegamos por primera vez a Frankenjura en el verano de 1998, Güllich ya había alcanzado un estatus casi mítico, y su vía, «Action Directe», era vista como una prueba definitiva en la escalada deportiva. La admiración por Güllich era tal que, al poco de llegar, lo primero que hicimos fue visitar su tumba en el cementerio de Obertrubach.

En ese momento, «Action Directe» solo había sido repetida una vez, en 1995, por el alemán Alexander Adler. Desde entonces, había sido intentada por muchas de las estrellas más grandes de la escalada mundial, pero todos habían fracasado, y algunos se habían lesionado en el intento. En palabras de Iker:

«Son solo 12 metros, 17 movimientos, la mayoría en monodedos y bidedos de primera falange, con un lance espeluznante para empezar y otro clave para finalizar, un solo lugar para magnesiarse y ningún reposo real».

Consciente de la magnitud del desafío, Iker sabía que el único camino al éxito sería entrenar específicamente para esta ruta, como había hecho Güllich en su momento.

El mayor obstáculo que enfrentaba Iker en esa época era su trabajo en el rocódromo de Vitoria, que le dejaba poco tiempo para entrenar. Sin embargo, aprovechaba cada momento libre, y cuando trabajaba hasta las 21:30, continuaba entrenando hasta la 1 de la madrugada en nuestro lugar de entrenamiento, al que llamábamos «El Templo».

En la primavera del 2000, Iker se embarcó en su tercer viaje a Frankenjura, después de haber analizado durante casi un año los errores de sus intentos anteriores. Esta vez, decidió que un buen descanso y duchas calientes podrían marcar la diferencia en su éxito. Sin embargo, un verano inusualmente caluroso complicó las cosas, y aunque estuvo cerca de conseguirlo en varias ocasiones, el calor lo derrotaba en cada intento.

Durante ese tiempo, Iker compartió sus frustraciones con Alessandro «Joly» Lamberti, un escalador italiano que también aspiraba a repetir «Action Directe». Joly, de una generación anterior, se preparaba meticulosamente para cada intento, controlando su dieta y cuidando cada detalle. Iker, por su parte, era joven, con solo 23 años, y estaba al inicio de su carrera, alimentándose a base de bollos y pizzas. Su fuerza extraordinaria en extensiones sobre agarres de uno y dos dedos, que hoy en día es legendaria, compensaba su falta de disciplina alimentaria. Por algo muchos lo llamaban «Iker monodedo Pou«.

A pesar de las diferencias entre ellos, la relación entre Iker y Joly siempre fue cordial y respetuosa. Muchos amigos acompañaron a Iker durante ese viaje, brindándole su apoyo. Sin embargo, no fue hasta el final del viaje, cuando solo quedaban el fotógrafo norteamericano Jorge Visser y él, que Iker finalmente logró encadenar la vía. La grabación de aquel momento, hecha con una cámara colgada de un árbol, sigue siendo una de las más recordadas en el mundo de la escalada.

Esa noche, mientras Iker celebraba con Jorge a base de cervezas alemanas, en casa de los Pou mi madre preparaba unas tortillas de patata improvisadas para un grupo de amigos que estaban ansiosos por celebrar este triunfo. Para todos nosotros, fue un logro colectivo, un hito máximo para una de las mejores generaciones de escaladores deportivos que se ha dado en Euskadi, y un momento histórico en la carrera de mi hermano.

"Para todos nosotros, fue un logro colectivo, un hito máximo para una de las mejores generaciones de escaladores deportivos que se ha dado en Euskadi"